1 Hace muchos, muchos años, todas las personas estaban fuertes y sanas.
Hacían comidas muy variadas, y les encantaban la fruta, las verduras y el
pescado; diariamente hacian ejercicio y disfrutaban de lo lindo saltando y
jugando. La tierra era el lugar más sano que se podía imaginar, y se notaba
en la vida de la gente y de los niños, que estaban llenas de alegría y buen
humor. 2 Todo aquello
enfadaba terriblemente a las brujas negras, quienes sólo pensaban en hacer
el mal y fastidiar a todo el mundo.
3 La peor de todas las brujas, la malvada Caramala, tuvo las más
terrible de las ideas: entre todas unirían sus poderes para inventar una
poción que quitase las ganas de vivir tan alegremente. 4 Todas las
brujas se juntaron en el bosque de los pantanos y colaboraron para hacer
aquel maligno hechizo. Y era tan poderoso y necesitaban tanta energía para
hacerlo, que cuando una de las brujas se equivocó en una sola palabra, hubo
una explosión tan grande que hizo desaparecer el bosque entero.
5 La explosión convirtió a todas aquellas malignas brujas en seres
tan pequeñitos y minúsculos como un microbio, dejándolas atrapadas en el
líquido verde de un pequeño frasco de cristal que quedó perdido entre los
pantanos. Allí estuvieron encerradas durante cientos de años, 6 hasta
que un niño encontró el frasco con la poción, y creyendo que se trataba de
un refresco, se la bebió entera. Las microscópicas y malvadas brujas
aprovecharon la ocasión y aunque eran tan pequeñas que no podían hacer
ningún daño, pronto aprendieron a cambiar los gustos del niño para
perjudicarle. 7 En pocos días, sus pellizquitos en la lengua y la
boca consiguieron que el niño ya no quisiera comer las ricas verduras, la
fruta o el pescado; y 8 que sólo sintiera ganas de comer helados,
pizzas, hamburguesas y golosinas. 9 Y los mordisquitos en todo el
cuerpo consiguieron que dejara de parecerle divertidísimo correr y jugar
con los amigos por el campo y sólo sientiera que todas aquellas cosas le
cansaban, así que prefería quedarse en casa sentado o tumbado.
Así su vida se fue haciendo más aburrida, comenzó a sentirse enfermo, y
poco después ya no tenía ilusión por nada; ¡la maligna poción había
funcionado!. Y lo peor de todo, las brujas aprendieron a saltar de una
persona a otra, como los virus, y consiguieron que el malvado efecto de la
poción se convirtiera en la más contagiosa de las enfermedades, la de la
mala vida.
10 Tuvo que pasar algún tiempo para que el doctor Sanis Saludakis,
ayudado de su microscopio, descubriera las brujitas que causaban la
enfermedad. No hubo vacuna ni jarabe que pudiera acabar con ellas, pero el
buen doctor descubrió que las brujitas no soportaban la alegría y el buen
humor, y que precisamente la mejor cura era esforzarse en tener una vida
muy sana, alegre y feliz. 11 En una persona sana, las brujas
aprovechaban cualquier estornudo para huir a toda velocidad.
12 Desde entonces, sus mejores recetas no eran pastillas ni
inyecciones, sino un poquitín de esfuerzo para comer verduras, frutas y
pescados, y para hacer un poco de ejercicio. Y cuantos pasaban por su
consulta y le hacían caso, terminaban curándose totalmente de la enfermedad
de la mala vida.
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